viernes, 3 de diciembre de 2010

Las “Dueñas” del Palacio: Sus Obras

Dentro del Barrio más “Nuevo” de la Capital Cordobesa, existió durante muchísimas décadas, frente a la Plaza España, una casona cuyas características la hacía destacar de las colindantes. Esta Casona, fiel reflejo arquitectónico del legendario Hotel Kessler (1905) de París,  fue realizada en el año 1912 y concluida para el 1916. Hoy  perdura en las actuales calles de Córdoba como principal protagonista y cuidadora del Mayor Patrimonio Artístico que posee, como propio, la Provincia en la actualidad.


Hoy se encuentra más resplandeciente que nunca y para el cierre del Bicentenario Argentino abre sus puertas y se ilumina de resplandor al convocar a las mejores Voces Líricas de Argentina para llenar su sala  principal de música y gente que gusta del Género de la Ópera y participará de una Gala Lírica que cerrará el Año Cultural de Córdoba.

El Palacio ahora convertido en el “Museo Superior de Bellas Artes Evita” cuenta con tres pisos, un subsuelo y un ambiente central con más de 20 mts de altura. En él se mezclan lo cotidiano y simplista que ofrecen los ámbitos propios de una vivienda del siglo XIX, con la extravagancia de los estilos mundiales y la tecnología, que por excelencia, están incrustados dentro de los Museos más importantes y prestigiosos del Mundo. Una exquisita combinación de estilos, colores, formas, secretos y anécdotas encierran la transformación de un edificio histórico que con la optimización y restauración de todos sus ambientes originales logran actualmente contener a más de 500 obras de Arte.

Diferentes muestras han pasado por él, algunas se han querido quedar, otras han ido y vuelto, pero el Palacio guarda dentro de sí a sus únicas, preciadas y cotizadas “Dueñas”.

Ellas están incluidas dentro de la gran Colección del Patrimonio del Gobierno de la Provincia de Córdoba, y son quienes le brindan autoridad y prestigio durante todo el año a un atractivo tan grande como lo es en si el Museo. Sus “Dueñas” definen con calidad la antigüedad, el valor, y el criterio que posee el Museo por dentro.

La Colección del Patrimonio del Gobierno de la Provincia posee su primera adquisición desde el año 1911 y continúa incorporando nuevas obras con el paso del tiempo, muchas de ellas fueron centro de grandes debates, intentando clasificarlas mediante el Academicismo de la Época. Hoy en día no importa si sus creadores fueron Academicistas o no, estudiantes becados por el gobierno o  artistas independientes, nacionales o internacionales, lo importante es que dentro de él vive la expresión de Nuestros Artistas, quienes fueron en algún momento los increíbles visionarios y magnates de nuevas confluencias ideológicas y defensores acérrimos de sus propias técnicas.

Se podría decir que las actuales Dueñas del palacio vienen de diferentes partes del mundo pero también de nuestro país, las más antiguas fueron realizadas a fines del siglo XIX y durante las décadas del 20’ y el 40’ y pasando por todas las Expresiones: Plásticas, Gráficas, Esculturas y actualmente sumándose las Fotográficas.

La colección es imponente y sus “Dueñas” lo rectifican, la mayoría de ellas formaban parte del Museo Caraffa y pueden encontrarse en interior de sus salas a los más sofisticados y diversos artistas  como lo son: Gonzaga Cony, Genaro Pérez, Caraffa, Gómez Clara, Octavio Pinto, Cardeñosa, Malanca, Butler, Soneira, Tessandori, Cerrito, Peiteado, Collivadino, Fader, Pettoruti, Curatella Manes, Fader, Soldi, Spilimbergo, Gorriarena, Seguí, de la Vega, Noé, Castagnino, Forte, Supisiche, Courbet, Sorolla, Picasso y Goya.

En el último piso se expone la serie “Manos Anónimas” de Carlos Alonso, un testimonio plástico sobre la Argentina de 1976, con lo que quedan expuestas las “intenciones” de las “Dueñas” de exponer y transmitir a sus visitantes cuál es el Camino Histórico que ellas desean para su comunidad: LA MEMORIA!!

Entre los Retratos, paisajes, modernidad y actualidad, que ofrecen sus diferentes Salas, somos nosotros mismos quienes debemos descubrir aquello que más nos “toque” y pedir permiso a sus “Dueñas” para dejarlas percibirlas, no tan solo como aquella primera impresión que decidieron transmitir sus autores, sino también las propias y porqué no, las ajenas.

Johana Vazquez
Alumna de la Tecnicatura en Comunicación y Turismo
Escuela de Ciencias de la Información
Universidad Nacional de Córdoba